miércoles, 22 de septiembre de 2010

A traves del tiempo.

Ya casi son 3 años desde que me enamoré por primera vez en mi vida. También serán 3 años desde la primera y única vez en toda mi vida que le declaro mi amor a una chica.

Duró poco, y sucedió 3 veces. La última de las veces que lo intentamos, ha terminado hace poco y averiguar el porqué, será parte de los misterios más grandiosos de mi vida.

La histora la he escrito muchas veces, aunque no creo que en las lineas de este blog, uno pueda encontrarla, pues esa fantástica historia de sueños, amores, desepciones y dolores, la reservo para mi.

Pensaba en ella a menudo, aunque tal vez ella no pensaba en mi, pues puede que el tiempo haya desvanecido sus sentimientos, como la brisa marina desvanece un castillo de arena, cosa que no sucedia conmigo, no se porque.
Cada vez que la recordaba, sientia las "mariposas en el estómago" e incluso algo de nerviosismo. Pasados los minutos reflexionaba, y me sientia tonto, tan tonto como un colegial que es invitado a bailar por la chica del quinceañero, pero este se niega a salir por verguenza a hacer el ridículo.

Me costaba mucho trabajo olvidarme de ella, y llegué a la conclusión de que no podia, por lo cual las personas que me más me quieren y me aprecian decia, como siempre me lo han dicho, que solo me lastimaba.
Simplemente no podia sacarla ni de mi cabeza, ni de mi corazón y no sabia si existise alguien sobre este planeta capáz de lograr tal azaña y la verdad lo dudaba mucho.

Tal vez ella ni sepa que me agrada escribir, o se entere jamás de lo que me producia recordarla. Pero tal vez algún día, navegará por esta infinita red de comunicación, se topee con este blog y me recuerde. Si eso algún dia sucede quiero que sepas K, que te amé, y me llega que no hayamos podido ser felices. No culparé a nadie por lo que nos pasó. Mi único consuelo es repetirme que el destino así lo quiso.

Me gustaria que donde quiera que estes seas feliz, que todo lo que te propongas sea un éxito y decirte que te mereces todo el amor que el mundo pueda darte.
Quiero creer que el destino algún día nos compensará el amor que vertimos uno en el otro.

Debo "cerrar" el libro, y aceptaré cerrarlo. Esta historia nuestra, solo estará en mis recuerdos, para saber lo feliz que fuí contigo. Pero la vida continua, y solo estarás presente para recordarte... por que ♫ a veces soy tuyo y a veces... del viento. ♫

martes, 14 de septiembre de 2010

Estoy resfriado.

Despierto con los ojos llorosos, la nariz me pica, y mi cabello es un desastre para variar. Estoy resfriado, no me resfrió hace un buen tiempo y concluyo que ya me toca recibir mi dosis de congestión nasal sazonada con el malestar, comezón y dolor de cabeza respectivos. No quería ir a clases, al levantarme de la cama sentí el dolor que se repartía desde mi nuca, hasta mi media espalda, pero tenia que ir, así que con toda la convicción del mundo, me dirigí a la ducha y tome un baño caliente lo más rápido que pude. Me cambie y me fui velozmente y con pesar al instituto.

En clase tuve un pañuelo blanco, con el que retiraba de mi enrojecida nariz, el exceso de mucosidad liquida y trasparente que de esta brotaba.
Tuve, es más, tengo la suerte, de que esa mucosidad no haya sido de las del tipo viscosa y/o verde amarillenta, créanme, eso es de verdad ruidoso, asqueroso e incómodo.

La clase comienza, momentos después de sentarme puse mi celular muertito a cargar, y la vez pidieron colocar al frente los trabajos en pareja, lo cual hice sin preguntar. Lo que más me sacó de onda fue que se tuvieron que ir del salón, por orden de la maestra, aquellos que no realizaron el trabajo. Gracias a Dios la profesora Ariana no nos obligo a exponer o debería haber estado ahí al frente mientras todos me escuchaban hablar con mi voz ronca y profunda, viendo como me interrumpía para limpiarme la nariz con mi salvador pañuelito blanco. La amé por eso.

Mi trabajo en pareja obtuvo 3 puntos, de la votación en general al más destacado de entre los 9 presentes, no entro al ranking de los 3 por un solo voto, pero igual eso me hizo sonreír y sentir mejor.

Rato después, hubo una pequeña pausa en la clase, la cual aprovecho para decirle a mi profesora que me deje salir por una pastilla, ella me habla del tópico del campus. Paso por ahí cada vez que entro, pero nunca volteo a asomarme, esta vez salgo del salón y me dirijo al mencionado tópico. La recepcionista detrás de su escritorio me atiende amablemente mientras le explico lo que me sucede, tengo congestión y malestar, eso es todo. Le aclaro que no puedo tomar "Ibuprofeno, o derivados de este" y ella me dice que lo que me dará no tiene nada que ver. Afortunadamente la pastilla es pequeña, yo soy, o al menos mi garganta lo es, intolerante a las tabletas grandes, estas siempre las termino partiendo de 2 a 3 pedazos para luego tomarlos de a 1.

Con mi vasito lleno de agua regreso al salón, la congestión persiste, estornudo 1, 2, 3, 4 veces seguidas, mi rostro se torna rojo y me siento realmente impresentable.

Ingreso al salón y siento como todas y cada una de las miradas se posan en mi. "Estoy horrible, lo sé, pero vean a otro lado maldición" pienso.

Me da vergüenza que la chica que me gusta, y con la que comparto todas las clases del mismo bloque, me vea asi. Hoy no le hablé o saludé, no quería contagiarla ni mucho peor aún, estornudarle encima.

Termina la última clase en ese salón computarizado y salgo de este velozmente, en verdad quiero llegar a mi casa. A mitad de la Avenida Salaverry, recuerdo haber dejado cargando mi celular en la clase, así que maldigo por lo bajo y corro lo mas rápido que puedo de regreso al campus y al salón, mis amigos recién salen de este y me ven directo a la cara, me siento ojeado. Desconecto el celular y salgo con ellos, aunque en el pasillo los paso y camino raudo hacia el paradero cruzando la Salaverry, los semáforos coinciden conmigo y me ayudan a cruzar rápido, cosa rara. Me apoyo en el cartel del paradero, y me duermo 5 segundos. Pasado ese breve momento, alguien jala mi pañuelo, es F, mi primer amigo del instituto, toma el mismo carro que yo, pero no conversamos mucho esta vez, mi garganta no da para más. Solo abordo el gran vehículo morado que me traerá de vuelta a mi cálido hogar, pensando que deberían haber asientos reservados para los que comparten mis síntomas. Hoy fue un día de esos pocos donde mi humor no llega al tope, pero mejoraré.