martes, 14 de septiembre de 2010

Estoy resfriado.

Despierto con los ojos llorosos, la nariz me pica, y mi cabello es un desastre para variar. Estoy resfriado, no me resfrió hace un buen tiempo y concluyo que ya me toca recibir mi dosis de congestión nasal sazonada con el malestar, comezón y dolor de cabeza respectivos. No quería ir a clases, al levantarme de la cama sentí el dolor que se repartía desde mi nuca, hasta mi media espalda, pero tenia que ir, así que con toda la convicción del mundo, me dirigí a la ducha y tome un baño caliente lo más rápido que pude. Me cambie y me fui velozmente y con pesar al instituto.

En clase tuve un pañuelo blanco, con el que retiraba de mi enrojecida nariz, el exceso de mucosidad liquida y trasparente que de esta brotaba.
Tuve, es más, tengo la suerte, de que esa mucosidad no haya sido de las del tipo viscosa y/o verde amarillenta, créanme, eso es de verdad ruidoso, asqueroso e incómodo.

La clase comienza, momentos después de sentarme puse mi celular muertito a cargar, y la vez pidieron colocar al frente los trabajos en pareja, lo cual hice sin preguntar. Lo que más me sacó de onda fue que se tuvieron que ir del salón, por orden de la maestra, aquellos que no realizaron el trabajo. Gracias a Dios la profesora Ariana no nos obligo a exponer o debería haber estado ahí al frente mientras todos me escuchaban hablar con mi voz ronca y profunda, viendo como me interrumpía para limpiarme la nariz con mi salvador pañuelito blanco. La amé por eso.

Mi trabajo en pareja obtuvo 3 puntos, de la votación en general al más destacado de entre los 9 presentes, no entro al ranking de los 3 por un solo voto, pero igual eso me hizo sonreír y sentir mejor.

Rato después, hubo una pequeña pausa en la clase, la cual aprovecho para decirle a mi profesora que me deje salir por una pastilla, ella me habla del tópico del campus. Paso por ahí cada vez que entro, pero nunca volteo a asomarme, esta vez salgo del salón y me dirijo al mencionado tópico. La recepcionista detrás de su escritorio me atiende amablemente mientras le explico lo que me sucede, tengo congestión y malestar, eso es todo. Le aclaro que no puedo tomar "Ibuprofeno, o derivados de este" y ella me dice que lo que me dará no tiene nada que ver. Afortunadamente la pastilla es pequeña, yo soy, o al menos mi garganta lo es, intolerante a las tabletas grandes, estas siempre las termino partiendo de 2 a 3 pedazos para luego tomarlos de a 1.

Con mi vasito lleno de agua regreso al salón, la congestión persiste, estornudo 1, 2, 3, 4 veces seguidas, mi rostro se torna rojo y me siento realmente impresentable.

Ingreso al salón y siento como todas y cada una de las miradas se posan en mi. "Estoy horrible, lo sé, pero vean a otro lado maldición" pienso.

Me da vergüenza que la chica que me gusta, y con la que comparto todas las clases del mismo bloque, me vea asi. Hoy no le hablé o saludé, no quería contagiarla ni mucho peor aún, estornudarle encima.

Termina la última clase en ese salón computarizado y salgo de este velozmente, en verdad quiero llegar a mi casa. A mitad de la Avenida Salaverry, recuerdo haber dejado cargando mi celular en la clase, así que maldigo por lo bajo y corro lo mas rápido que puedo de regreso al campus y al salón, mis amigos recién salen de este y me ven directo a la cara, me siento ojeado. Desconecto el celular y salgo con ellos, aunque en el pasillo los paso y camino raudo hacia el paradero cruzando la Salaverry, los semáforos coinciden conmigo y me ayudan a cruzar rápido, cosa rara. Me apoyo en el cartel del paradero, y me duermo 5 segundos. Pasado ese breve momento, alguien jala mi pañuelo, es F, mi primer amigo del instituto, toma el mismo carro que yo, pero no conversamos mucho esta vez, mi garganta no da para más. Solo abordo el gran vehículo morado que me traerá de vuelta a mi cálido hogar, pensando que deberían haber asientos reservados para los que comparten mis síntomas. Hoy fue un día de esos pocos donde mi humor no llega al tope, pero mejoraré.

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