miércoles, 15 de junio de 2011

Corazón de Dragón. Capítulo I: Caballero de la antigua orden.

Hace mucho tiempo, cuando majestuosos seres con aliento de fuego surcaban a gran altura los cielos, vivía un caballero que estaba destinado a encontrarse cara a cara y a corazón abierto, con la criatura más extraordinaria que había existido jamás.
En las alturas de una antigua fortaleza en ruinas, que contemplada desde el suelo pareciese que las nubes no llegaran, se escuchaban los bramidos y choques de un combate entre caballeros.
De largos cabellos, de alta estatura, de azulados ojos, de altísima ética y de grandes principios, Bowen es, a su pesar, un caballero a orden del rey Frain. Es uno de los pocos caballeros fieles al código que legaran los tiempos del rey Arturo y la mesa redonda, se volvió maestro del príncipe Dante con la intención de enseñarle los antiguos preceptos y lograr que así que el joven se convierse algún día en uno de aquellos antiguos caballeros que velaban por el orden y la paz. Los 30 abriles de Bowen no solo reflejan su increíble vitalidad y fortaleza, si no que su apariencia transmite una sensación de paz y tranquilidad.
Dante es un muchacho delgado, de blanca tez, de rubios cabellos y melena a medio crecer. Ansioso, decidido a conseguir lo que sea que se proponga sin importar la forma, pero que muestra a los demás una personalidad completamente diferente, solo el tiempo revelará sus verdaderas intenciones. Este blande su espada de entrenamiento y se lanza en feroz ataque contra Bowen.
-Ja ja ja, no está mal- le replica su maestro en tono burlón, enfrascados a mitad del entrenamiento. Las armas empleadas son nobles espadas de madera de caoba, con las cuales utilizan una esgrima firme y rápida en sus ataques.
Dante ataca decidido y algo ansioso, con una expresión que refleja sus sentimientos de fiereza. Bowen en cambio solo ríe y bloquea los ataques de su discípulo, anticipándose a estos y finalmente acertándole un suave golpe bajo el brazo derecho con su arma de entrenamiento al muchacho diciendo:
-pero estarías muerto, ja ja ja ¿Te importa si me siento?...-
Los ataques de Dante no cesaban, pero para su maestro evitarlos era una tarea sencilla incluso sentado en una de las grandes rocas que yacían en lo que fuesen las paredes del lugar.
-¡Lucha con la cabeza, no con el corazón!- Bowen se incorpora nuevamente y comienza a atacar, Dante bloquea hábilmente algunos de sus ataques, pero se ve claramente superado por el maestro. El joven príncipe trata de asestarle una estocada en el vientre, pero Bowen astuto se aparta velozmente y con el pie le crea una zancadilla haciéndolo caer al suelo donde los helechos, que comienzan a brotar de entre las rocas lo reciben.
-Nadie puede vencer desde la tierra- Bowen sonríe nuevamente mientras pronuncia estas palabras -Ven, levántate que alguien viene- Dándole la mano, lo ayuda a levantarse. El joven parece distraído, tal vez lo está por el ruido que hace el caballo de Broke el ambicioso, bonachón y oportunista mensajero del rey quien llega a comunicarles los últimos sucesos que acaecen.
-¿Los ciervos se resisten?- pregunta Dante
-Siempre se han resistido, pero ahora se revelan mi príncipe, el rey Frain quiere que presencie su noble victoria- dice Broke, frunciendo su mandíbula y distorsionando su barba la cual le da su habitual apariencia de oso de montaña.
-No es noble aplastar a hombres desesperados- objeta Bowen
-Son cerdos traidores, el rey ordena, trae al príncipe y tú también puedes venir… niñera- Broke le dirige una fulminante mirada a Bowen y se retira galopando.
Desde las alturas de la fortaleza que sirve como campo de entrenamiento para el príncipe y su mentor, se escuchan ya las trompetas y galopes que anuncian el arribo del ejército real. La tropa del rey se dirige a aplacar la rebelión armada por los campesinos, la clase explotada y perjudicada por la tiranía e injustas reformas aplicadas por el tirano rey Frain, padre de Dante y que ahora se levantan en armas contra la opresión.
Bowen y su aprendiz descienden de las lomas y comienzan a galopar por el llano, acercándose lo más que pueden al campo de batalla, la cual ya había comenzado.
- ¡Muere…! ¡TRAIDOR!- Se le oye gritar al rey mientras con su espada, golpea incansablemente a los campesinos que tratan de bloquearle el paso.
La batalla se desarrolla en una pequeña aldea a las afueras del reino, esta fue rodeada de maderos los cuales utilizan como barreras, lo que demora, pero no detiene, el avance de los jinetes a orden del rey.
Los gritos no se detienen, espadas, escudos, picos, palas, sangre y lágrimas corren por el lugar.
-Espero con esta demostración de crueldad entiendas la diferencia que hay entre batalla y carnicería- dice el maestro, mientras su alumno mira perplejo la crueldad con la que actúa la su tropa.
-Te prometo, Bowen seré mejor que él, seré mejor rey que mi padre- le responde Dante.
Los ataques por parte de ambos bandos no cesaban pero ya parecía decidida la batalla a favor de los reales, incluso el propio rey con una antorcha se paseaba solo y triunfante por el lugar prendiendo fuego a las casas y chosas cercanas.
Pero tal afrenta y su exceso de confianza le costaron caro, pues es en ese preciso momento que de repente, una horda de valientes campesinos, arremete contra el rey, cerrándole el paso.
-¡¡Está rodeado!!- grita Dante mientras al instante galopa rápidamente hacia donde se encuentra su padre atrapado entre los campesinos armados.
-¡¡Dante!!- grita Bowen que sorprendido va tras él con su caballo.
El rey se defiende como puede, pero son demasiados sus atacantes. Lo amedrentan gritándole, lo golpean, y finalmente lo derriban del caballo, atacándolo salvajemente mientras yace en el suelo, sus tropas luchan sin cesar en todas direcciones y no se percatan de ello por lo que no pueden ayudarlo. Dante atraviesa los maderos que bloquean el paso al campo de batalla, mas no puede hacerlo Bowen que iba tras él, ya que una carreta se vuelca justo delante suyo cuando unos campesinos cerraban ese acceso.
-¡¡DANTE REGRESA AQUI!!- los gritos del preocupado maestro se tornan cada vez mas angustiosos.
El príncipe se infiltra en la batalla sigilosamente, desmonta y para no ser reconocido se cubre con un harapo que encuentra en el suelo y se coloca tras unas cajas, solo para ver como los ataques a su padre se detienen lentamente y sus victimarios se dispersan en la batalla.
Este se acerca al cuerpo de su padre casi muerto, pero su rostro no refleja los sentimientos que debería reflejar. En su lugar una expresión de codicia y triunfo distorsionan la expresión del próximo rey. Dante se inclina, pero no para darle el último aliento de despedida a su padre, si no para retirar la corona de su cabeza.
-¡¡HIJOOOO!!- el rey toma repentinamente el brazo a Dante, pegándole un susto de muerte.
-¡¡Dámela es mía!! ¡¡Muere!! ¡¡Muérete ya!!-
El príncipe arroja el brazo de su padre lejos de él dejándolo morir, mientras se da media vuelta, aferra la corona a su pecho, se cubre y trata de escapar, guiándose por los llamados de preocupación que vociferó su maestro. Dante busca con la mirada el lugar de donde Bowen lo llamaba, pero al parecer sus gritos se detuvieron. Da algunos pasos hacia el frente, esquivando piedras que son lanzadas desde algún lugar improbable, pero no logra avanzar mucho cuando siente un tremendo empujón en la espalda, acción que lo impulsa varios pasos hacia adelante donde una lanza clavada entre dos maderos se incrusta parcialmente en el pecho del príncipe.
Aunque no lo atravesó y a pesar que solo se le incrustó la punta, esta se clavó directamente en su corazón. Dante no grita, está paralizado por el dolor y lo único que puede hacer ayudado por sus reflejos, es liberarse de la puntiaguda hoja de la lanza y darse media vuelta.
Sus ojos le revelan a una joven hermosísima sentada en el suelo luego de su caída, para mala suerte del príncipe, tuvo que ser él quién amortiguara dicha caída. Sus cortinas de cabello tapaban gran parte de su rostro pero aún así Dante no olvidaría la visión que tuvo de su accidental y hermosa agresora. Momentos antes de perder el conocimiento, siente como una mano milagrosa y salvadora logra tomarlo del brazo y subirlo al lomo de su caballo, para sacarlo de aquel peligroso lugar.

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